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Foto do escritorJovens Pelo Clima Brasília

Movilización Mundial Por La Crisis Climática - Manifiesto


Vivimos una emergencia. Ya no es posible esperar para actuar. Es evidente que el cambio climático es el mayor desafío para la supervivencia de la humanidad en la Tierra, y que es ingenuo pensar que será posible combatirlo sin cambios profundos y urgentes en nuestras sociedades y modelos de vida. Es necesario entender de una vez por todas que el cambio climático no es una amenaza futura, sino una crisis que ya tiene sus consecuencias sentidas en la vida cotidiana, de forma extremadamente desigual, pero que afectará a todas las personas. Las predicciones de la ciencia son alarmantes y se están haciendo realidad cada vez más temprano. Según el informe más reciente publicado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), por influencia antropogénica, vivimos en la década más calurosa de los últimos 125 años, mientras que la concentración de CO² en la atmósfera es la más alta en al menos 2 millones de años. El presupuesto de carbono que tenemos para mantener la temperatura por debajo de 1,5 ° C es tan pequeño que podría agotarse en menos de 5 años y medio. Es decir, tenemos menos de 5 años y medio para evitar las peores consecuencias de esta crisis. Y no es el único que tenemos que afrontar, estamos viviendo la suma de crisis: ambiental, política, económica y social (que implica hambre, inseguridad alimentaria, desempleo, condiciones insalubres, desamparo, precariedad de la salud pública, etc.).

Sobre todo, es necesario comprender el verdadero origen del problema para no caer en falsos discursos que culpan a los individuos, mientras que, en realidad, la gran mayoría de la población - históricamente marginada, oprimida y explotada - contribuye muy poco a la crisis y sufre desproporcionadamente sus consecuencias. En este sentido, en el contexto de la mayor desigualdad en la historia del planeta, combatir el cambio climático, la mayor amenaza de nuestro tiempo, es también combatir las injusticias sociales derivadas de un proceso histórico de colonización y expropiación, que es fundamental comprender.

La historia del territorio que entendemos como América Latina es cruel. La colonización permitió explorar la tierra, toda su riqueza biológica y los diversos pueblos originarios que vivieron aquí. El proceso de colonización fue y sigue siendo responsable por el exterminio de pueblos y culturas. El legado del colonialismo es el capitalismo depredador, y algunas de sus consecuencias se pueden ver en el cambio climático y el calentamiento global, en el hambre y la violencia y, como se puede ver hoy, en el mantenimiento de estilos de vida que favorecen la aparición de enfermedades y escenarios pandémicos.

Desde el período colonial, el mundo ha sido testigo de un aumento de la sobreexplotación de la fauna y la flora y de la objetivación y deshumanización de otros seres humanos, pueblos esencialmente racializados. En los períodos colonial y neocolonial, el mundo fue testigo del mayor genocidio contra los pueblos nativos alrededor del mundo (América Latina, África, Asia y Oceanía) al hacer referencia y proteger las teorías de superioridad racial (eugenesia).

Creemos que solo los países colonizados, recurriendo a su propia historia y a sus formas de vida ancestrales (que alguna vez fueron posibles y sostenibles para ellos) y contemporáneas (por las que experimentan resistencias en la vida cotidiana), pueden superar las barreras sociales que hoy impiden la construcción de un mundo ecológicamente equilibrado y socialmente justo.

No hay duda de la importancia de la acción humana en el proceso del cambio climático y necesitamos cambios radicales no solo en nuestros hábitos, sino también en nuestra organización social, política y económica.


“Es necesario normalizar el radicalismo, no lo que ya es normal; es decir, transformar la realidad para que lo que hoy parece demasiado lejano o radical pueda ser mañana el estado de cosas normal ”(FERNANDES, 2020, p.17).


Decir que el cambio climático es el resultado de la acción humana no significa que sean los seres humanos los que destruyan la naturaleza. No podemos asumir que todos son igualmente responsables de lo que está sucediendo. No importa cuánto intenten negarlo o enmascararlo, es imposible desenredar el desastre ambiental y el capitalismo.

El sistema capitalista ha demostrado que no puede resolver la situación que vivimos. Los acuerdos internacionales de las conferencias sobre el clima nunca se tomaron en serio. El lucro está por encima de la vida. Durante la pandemia, que ya es síntoma del desastre ambiental, la agroindustria brasileña batió récords de exportación, mientras la gente hacía fila para comer huesos de buey.

Además de la inevitable devastación promovida por el sistema capitalista, el gobierno de Bolsonaro se ha mostrado como un agente intensificador de la destrucción del medio ambiente en Brasil, promoviendo el ecocidio en los biomas brasileños, atacando a los pueblos originarios y tradicionales y exaltando la agroindustria. Para poder frenar la crisis ambiental, es necesario luchar contra el fascista que ocupa la presidencia.

No tenemos tiempo para esperar la buena voluntad de gobernantes del norte global y representantes del orden en el Sur, mientras el Pantanal, el Cerrado y la Amazonia arden como nunca antes. Necesitamos señalar a los verdaderos culpables de la crisis, de lo contrario no podremos construir soluciones reales a nuestros problemas.

¡Es en este contexto que hacemos un llamado a la acción! No es aceptable que nosotros, entendiendo el futuro que nos espera, no nos movilicemos para cambiarlo. Los jóvenes tenemos la responsabilidad generacional de luchar. El pasado ya no se puede arreglar, pero el futuro siempre es una posibilidad de cambio y, para que esto suceda, debemos tomar las riendas de nuestro tiempo.


“No es una sociedad muerta que queremos revivir [...] Es una nueva sociedad la que necesitamos crear” (CÉSAIRE, 1978, p. 36)


¡Únase a la Huelga Climática Global con nosotros! El 22 de Octubre, a las 4 de la tarde en el Museu da República, volveremos a las calles y demostraremos que somos resistencia. Hacemos un llamado a los jóvenes de todas las edades que sientan la destrucción constante en la piel y estén dispuestos a afrontarla desde sus raíces. Luchamos contra toda opresión y por la posibilidad de tener un futuro. Luchamos contra Bolsonaro y su movimiento fascista, el bolsonarismo. El abuso de la vida es la base de la acumulación de capital y ahora hemos llegado al límite de la asfixia. ¡No podemos respirar! Una de las principales características del neoliberalismo es la sordera a las señales que nos da la vida. Sin embargo, todos los que han escuchado este grito se dan cuenta de que este modo de existencia ya no es posible. Escuche ese grito y déjese guiar por él, para que la vida recupere el aliento en equilibrio y movimiento. Puede parecer un sueño lejano, pero en tiempos oscuros soñar no es una tontería, es sobrevivir. Y tenemos que soñar colectivamente. Escuche ese grito.


Bibliografía:


CÉSAIRE, Aimé. Discurso sobre o colonialismo. 1° Ed. Lisboa: Sá da Costa Editora, 1978, p. 5-69. 


FERNANDES, Sabrina. Se quiser mudar o mundo: um guia político para quem se importa. São Paulo: Editora Planeta, 2020.


IPCC, 2021: Climate Change 2021: The Physical Science Basis. Contribution of Working Group I to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [Masson-Delmotte, V., P. Zhai, A. Pirani, S. L. Connors, C. Péan, S. Berger, N. Caud, Y. Chen, L. Goldfarb, M. I. Gomis, M. Huang, K. Leitzell, E. Lonnoy, J. B. R. Matthews, T. K. Maycock, T. Waterfield, O. Yelekçi, R. Yu and B. Zhou (eds.)]. Cambridge University Press. In Press.


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